Como quien camina siguiendo surcos trazados sobre la tierra; como quien, a tientas, se deja guiar por el eco de otras voces que también atravesaron el vacío, Yenny León presenta en su libro Heredad una sucesión de gruñidos que se tejen en un mapa de lectura, una conversación entre líneas que establece con una tercera persona plural femenina.

A manera de epístolas que desconocen tiempo y espacio, los diez poemas que conforman esta obra entregan al lector un coro susurrado, un secreto hilado a varias manos entre mujeres que, como la autora misma, encontraron un lugar en la escritura.

El título, además de lazo que se tiende hacia el pasado, es solicitud e imperativo que nos invita a escuchar esas otras presencias que en la página se cruzan con la nuestra y a poner la mirada en los rastros que deja el camino recorrido y el oficio compartido.